La primera vez que la escuché decir algo en castellano, algo espontáneo fue este verano.
Un día antes la abuelita había subido al auto con las valijas listas para volver a Córdoba mientras entre llantos Maia decía -siempre en italiano, Porque todos se van?
Yo trataba de improvisar algo rápido en la cocina, Max y Maia volvían del mar y el piccolo Marco lloraba tratando de llamar un poco mi atención. Al verlo asi desconsolado, ella se acerco al cochecito y en un perfecto castellano argento le dijo "no llores mi-amor, que la abuelita va a volver".
Fue su primer frase espontánea, la primera vez que la escuché hablarle a alguien en el idioma que yo siempre le hablé.. y ese alguien fue su hermanito!.
Me giré, encontramos la mirada con Massimo, sonreímos y confieso que me llené de alegría al saber que mi perseverancia comenzaba a dar frutos. Fue la primera vez y después siguieron muchas otras frases, inclusive hasta cuando hablaba dormida..
Esta fue una de las muchas anécdotas de dos meses en el mar, esa casa que nos espera y nos recibe ansiosa desde los primeros fines de semana de primavera.
Llegamos con Marco que tenía solo 7 días, y como hace un año llenamos la casa de voces argentinas, la abuelita, la tia de Londres, Juli, yo, Maia y el picolo Marco, todo en el medio de una organización casi perfecta.
Marco durmió muchas siestas en el patio o bajo la sombra del pino, y a decir por su peso de 4 meses cuando tenía solo dos, el aire de mar le hizo mas que bien...!
Yo me relajé leyendo libros y trabajando de mamá en las horas libres..:).
Maia aprendió a andar en bici, siguió jugando a las escondidas como el verano pasado y hasta tuvo una noche de baile en el camping cercano a casa con sus amigos de verano.
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