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viernes, 23 de septiembre de 2011

No llores mi-amor


La primera vez que la escuché decir algo en castellano, algo espontáneo fue este verano.
Un día antes la abuelita había subido al auto con las valijas listas para volver a Córdoba mientras entre llantos Maia decía -siempre en italiano, Porque todos se van?
Yo trataba de improvisar algo rápido en la cocina, Max y Maia volvían del mar y el  piccolo Marco lloraba tratando de llamar un poco mi atención. Al verlo asi desconsolado, ella se acerco al cochecito y en un perfecto castellano argento le dijo  "no llores mi-amor, que la abuelita va a volver".
Fue su primer frase espontánea, la primera vez que la escuché hablarle a alguien en el idioma que yo siempre le hablé.. y ese alguien fue su hermanito!.
 Me giré, encontramos la mirada con Massimo, sonreímos y confieso que me llené de alegría al saber que mi perseverancia comenzaba a dar frutos. Fue la primera vez y después siguieron muchas otras frases, inclusive hasta cuando hablaba dormida..

Esta fue una de las muchas anécdotas de dos meses en el mar, esa casa que nos espera y nos recibe ansiosa desde los primeros fines de semana de primavera.

Llegamos con Marco que tenía solo 7 días, y como hace un año llenamos la casa de voces argentinas, la abuelita,  la tia de Londres, Juli, yo, Maia y el picolo Marco, todo en el medio de una organización casi perfecta.

Marco durmió muchas siestas en el patio o bajo la sombra del pino, y a decir por su peso de 4 meses cuando tenía solo dos, el aire de mar le hizo mas que bien...!
Yo me relajé leyendo libros y trabajando de mamá en las horas libres..:).


Maia aprendió a andar en bici, siguió jugando a las escondidas como el verano pasado y hasta tuvo una noche de baile en el camping cercano a casa con sus amigos de verano.

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