Cuando después de la espera (y de muchas personas que salían) finalmente la vimos acercarse, la vimos, como siempre, serena, y sonriente.
Ella venía, segura, de la mano del encargado, y con tanta seguridad, que ni siquiera atinó a separarse cuando nos vio. Solo una sonrisa de "acá estoy!"
La aventura en Londres, de la mano de Dorita, ese nombre que repetia una y otra vez aún después de volver, había terminado. Fueron dos semanas en las que vivió muchas cosas nuevas, desdeel idioma y los sonidos, hasta las comidas, personas, ambientes nuevos, y costumbres distintas a las que estaba acostumbrada.
De estos 15 días seguro se recordará de las tardes con cupcakes después de la escuela.
De los paseos con Oscar..
De los lugares nuevos
De la sensación de ir en monopatín con Juli y que te lleven
Del sol de Londres, del verde de sus parques y de los días que te pintaban la cara en la escuela... y sobretodo del calor!
y de miles de cosas mas, tantas que las tendrá solo en su cabecita...
Pero hablemos del regreso.. del reencuentro.
De ese momento mágico después de los besos y los abrazos que les dimos, después de la hora y media en auto para llegar al mar donde nos esperaba Tato en la que no paraba de hablar, como si se hubiera contenido (aunque también en Londres hablaba y hablaba...).. de las veces que en vez de decirme mamá me llamaba "Dorita"...
Y sobretodo de ese momento en el que todos nos emocionamos, ese momento en el que el, que la estaba esperando escuchó su vocecita y corrió desesperado a su encuentro. En ese abrazo que le dio, ese que duró minutos, muchos, mientras le abrazaba la panza, le miraba la carita y decía casi en lágrimas de alegria: Yaia, Yaia...
Y si, porque su hermanita había finalmente regresado.. Y solo el sabe cuánto la extrañó. Y porque con ese abrazo le estaba diciendo: Por fin volviste hermanita!!