Me mata, me desarma cuando hace las traducciones simultáneas.
Me mata que yo le diga "dejá tu muñeca y decile Esperame, Ya vengo", y que ella la apoye en el sofá y le diga "Aspetta, vengo súbito". Lo sé, son parecidos, pero ni siquiera a mi después de 8 años me hubiera salido así de rápido el cambio entre el YA argentino y el súbito italiano, y me asombra que tenga clarísimo el Espera-Aspetta.
Me mata, pero bien, me llena de orgullo. Pienso en mis dificultades para llegar a aprender un segundo idioma en un modo aceptable, pienso en mis meses de desesperación cuando apenas llegué a Italia y no entendía nada de lo que me decían. Recuerdo que soñaba con despertarme una mañana y entender todo, o con comprar un chip que incluyera el italiano, como si el cerebro fuera un teléfono celular.
Pero ella no, ella entiende todo lo que le digo, y lo entiende tan bien que a veces se gira, mira al padre y le dice lo mismo en un italiano clarísimo.
Se hace la intérprete.
Y ni siquiera me preocupa que el español sea el idioma que menos usa, me preocupa que lo escuche, que lo entienda, que lo cante, que se divierta. Y sobre eso creo estar en el camino justo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario