Y pasaron 3 meses... Esos primeros meses que se viven agobiantes, sin dormir, con cólicas, llantos sin motivos, desesperación porque uno quiere aprender a ser papá y a veces no resulta fácil.
Pero no nos tocó nada de eso que las abuelas, las demás madres y hasta los libros dicen. Nos trajiste alegría como traen todos los bebés a sus papás y hasta nos llenaste de sorpresas por tu tranquilidad (a quien saliste así?). Dormimos mucho y hasta pensamos que en lugar de adaptarnos nosotros a tus horarios, fuiste vos que te adaptaste a los nuestros.
Mirarte dormir nos resulta un espectáculo. Tus brazitos casi siempre en alto, tus sonrisas repentinas que duran segundos, que nos hacen preguntar miles de cosas!
Te escuchamos solo una vez llorar desesperada y sabíamos que el motivo no era otro que las vacunas.
En este tiempo muchas cosas cambiaron: nosotros dos nos estamos acostumbrando a poquito a ser papás. Confieso que a veces te miro y me cuesta creer que seas mía!. Te disfrutamos, jugamos, buscamos consejos tratando de hacer siempre lo mejor y hasta nos divertimos.
Tu cuarto está finalmente listo y quedó más lindo de lo que imaginábamos. El color naranja de las paredes se mostró mejor de todos los presagios, seguramente gracias a algunos consejos que nos dejó Dorita.
Tu cómoda tiene movimientos semanales. Afuera cosas que ya no te quedan mas, Parece increíble todo lo que ya tuvimos que dejar de lado, hasta tu primer par de zapatitos blancos!.
Lunita te considera un tesoro y toma las riendas se la situación cuando Massimo o yo estamos lejos y quedan intrusos" cerca de tu cochecito.
De tu peso mejor no hablar... A los 100 días pesabas casi el doble de cuando naciste!.. Ojalá yo hubiera bajado esos kilitos que te di! Pero tengo paciencia, eso no es importante ahora.
Con el permiso de nadie, apenas pasado el limite de los tres meses me dije, porque no? llené la bañadera, encendí las velitas y me propuse repetir este viejo ritual que tanto disfrutabas cuando aún estabas en la panza. Con la ayuda de papá que se encarga de recuperarte del agua cuando ya pasaron mas de 30 minutos y cambiarte mientras te pide ayuda sobre la elección de qué y como vestirte, ese rito poco a poco se convierte en un juego casi diario que disfrutamos como pocas cosas.
Tu vida social pasa de una visita en otra, de un amiguito en otro, una tarde con Chloé, otra con Tommaso, un paseo al parque con Flavio y hasta nos organizamos un gran asado el 1° de mayo con compañía para nosotros y para vos.
También empezamos con los fin de semanas en el mar. Vida de comunidad, siempre con otros bebés, con otros papás, fuego, asados, bruschettas, mimos, y horas enteras al aire libre bajo el pino del jardín.
Empezaron también las guerras culturales: Italia vs Argentina. Para vencer esta, refresqué mi memoria y te canto seguido seguido:
Había una vez una vaca,
que trabajo no encontraba,
quería ser bailarina,
pero el cuerpo no le daba...
Y fue así que descubrió
su vocación verdadera,
y entonces se transformó,
en una vaca dulcera!
...
Pero quedaba aún pendiente la guerra idiomática (italiano vs español), y los primeros misiles los largó el, que anticipándose a la llegada de la abuela con el cargo especial de libros en español, se lanzó a la librería y una tarde apareció con esto en mano.
Esa misma noche empezó su rito de lectura y después de dos párrafos mientras la mamá dormía, vos pataleabas super despierta, contenta por tanta atención.
Y no sabemos si fueron las hadas o los cuentos que al día siguiente empezaste a balbucear desesperada, como queriendo vos también contarnos una linda historia.
Aún no te entendemos, pero la linda historia la vivimos, gracias a vos.
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