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lunes, 9 de julio de 2007

La hora de Massimo!

El día en la playa con Ale y Cata con la inoportuna pregunta de el (justo hoy!!) : ustedes piensan en tener hijos?
Por suerte no fue difícil disimular con el sol en la cara y mas de 37 grados!
A la noche, cada pareja por su lado. Nosotros dos (tres a este punto de la historia), terminamos en un restaurant a la orilla del mar...
La noche era estupenda y hasta la ubicación de la mesa parecía decidida como para un film: un rinconcito, casi escondido con nadie alrededor, algo de luz de esos días que aún son larguísimos, la luna que se reflejaba a lo largo del mar y dos tímidas velitas. .. Un escenario perfecto!!!.
Decidí pasar la cena, aunque confieso que comer no fue muy fácil, tenía el nuedo en la garganta, esa sensación previa al ya basta, no tenés que seguir aguantando más, pero seguís lo mismo!
Cuando terminamos abrí la cartera, saqué la cajita azul, la apoyé sobre la mesa y dije:

- esta es la sorpresa de la que vengo hablando hace unos días.
- que es esto? pregunta mirando raro mientras sonríe..
- no puedo decirtelo
Empezó a abrirlo y mientras lo hacía continuaba a preguntar insistentemente qué era. Yo, que a ese punto ya no podía mas me puse a llorar
- estoy embarazada...!! dije, en el el mismo momento que descubría los escarpines.
Ya se que arruiné la sorpresa.. pero no podía mas!!!

Massimo estuvo contento, se levantó me dió un beso, me dijo que no tenía que llorar, que la noticia era lindísima y empezó con todas las inquietudes juntas que yo había tenido en los últimos días:
- Desde cuando lo sabes? Ahora entiendo porqué me decías que estabas mal!..Cómo vamos a hacer con el viaje?... Alguien más lo sabe?... Yo no puedo! tengo que contarselo a alguien!!

Decidimos no decir nada a los futuros abuelos italianos, para que no interfirieran con la decisiòn del viaje, pero era verdad que no era mala idea compartir la noticia bomba con alguien, y Ale y Cata habían compartido muchas cosas con nosotros en los últimos anios, y no casualmente estaban muy cerca en ese momento, asi que decidimos llamarlos e invitarlos al restaurant para tomar algo. Contentos, sonrientes y casi sin creerlo cerramos de nuevo la cajita con los escarpines para darles la noticia de la misma manera.


La noche terminó con brindis en casa... , ellos tres, porque yo a esa altura de tomar algo tenía pocas ganas! Solo quería dormir!

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