El, siempre sereno, tranquilo no nació para comer de noche y después de intentarlo las dos primeras semanas de vida me di cuenta que su ciclo era ese, comer de día y dormir de noche, dejándome dormir a mi también. Con estos ritmos podría hasta crecer menos de lo normal, pero considerando sus casi 8 kilos a los 4 meses podría decir que parece todo menos un bebè desnutrido.
Ella lo adora, lo cuida y si nos descuidamos hasta prueba a darle ella misma ese único biberón del día (ese que nos reservamos para los horas críticas de la jornada, la de la pre-cena!).
El se queda conmigo todas las mañanas mientras ella va (o baja) a la escuela. Porque la escuelita de Maia está acá abajo y cuando después del almuerzo salen a jugar al jardín yo me divierto espiándola desde el balcón. Y no alcanzaron todas las veces que le pedí que cada tanto mirara el balcón desde donde Luna ladra, porque a ella no le interesa mirarnos cuando está jugando con sus amigas!..
Ella, a la salida de la escuela, se trae sus amigos a jugar a casa no menos de dos veces a la semana. Van a su habitación y pasan el tiempo entre libros, cocinitas, juegos, mientras el se queda casi siempre en el living conmigo. Y si no son sus nuevos compañeros, organizamos encuentros con sus dos "viejas! amigas, Sofia y Chloé.
Cuando llega la hora de dormir los tres nos vamos a la cama, elijo un libro para leerle a ella, ponemos a el en el medio de las dos, y nos reímos de cuánto le gusta escuchar las historias que leo. Casi, casi le gustan tanto como a ella!
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