Pocas veces la vi haciendo tantas cosas y con tanto entusiasmo. Estuvimos una semana de vacaciones. Su familia, esa piccola de tres, y esa grande que incluye nonos, tios, primo. Una banda de 10 que giraba siempre toda junta, muchas veces hasta sin ponernos de acuerdo.
Y ese tipo de vacaciones que muchos padres eligen para sus hijos, y que hasta ahora nosotros habíamos tanto evitado y temido.
Pero no obstante nuestros temores, nos dimos cuenta que para ella fue casi tan entusiasmante como su mes en el mar en verano. Nueva rutina, nuevas cosas para ver, muchos personitas de su edad, y muchas cosas nuevas para hacer.
Desde los pececitos de colores en la barrera coralina que giraban a nuestro alrededor y que tanto le gustaron, el miedo a los camellos, el despertarse con todas esas piscinas y el mar rojo para ver por el ventanal de la habitación, los desayunos, almuerzos y cenas en esa mesa grande con esa gran familia y el primo Tommaso siempre a su lado para llenarlo de abrazos y de besos y para jugar juntos, las noches de baile, los disfraces, los espectáculos, y toda esa vida al aire libre...
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