Llegamos a esa conclusión después de dos viernes consecutivos con sorpresas y noches en vela...
Hace dos semanas salimos, te dejamos con Manu, y cuando regresamos ella nos dijo: le tomé la temperatura porque parecía que tenía fiebre, pero está bien...
Te vimos, te controlamos, y dormías en paz.
A las cuatro de la noche lloraste, te alzamos y nos dimos cuenta que los 36 grados normales habían quedado lejos, y cuando el termómetro nos marcó 39,4 empezó la fiesta que duró algunas horas... Por suerte resolvimos el problema sin pánico, pero con sueño...
La semana pasó, siempre con ese gradito de temperatura que hacía que yo me quedara sin trabajo y vos te quedaras sin la guarde, la pediatra dijo que no nos preocuparamos que aparentemente no tenías nada.
Y llegamos de nuevo al viernes siguiente. Nos tiramos los tres en tu alfombrita de juegos, te contamos cuentos te cantamos hasta que te metimos en tu cuna.
A las cuatro te sentimos de nuevo (no es normal escuchar algo que no sea tu respiración por la noche) y oh sorpresa!! La cuna era mitad verde, mitad blanca...!
Te había llegado el primer virus de la guarde!...
Otra noche de viernes con baile, sin dormir.
Esta vez hasta nos tocó improvisarte un bañito y jugar con vos, desarmar tu cama, cargar el lavarropas, todo tratando de olvidarnos que aún no era de madrugada!
La noche siguiente estuviste tranquila aunque aún hoy después de cuatro días preferís seguir con tu dieta de teta-exclusiva!
De regalito me pasaste el virus, y hasta entendisteque estaba tan mal que dejaste el hambre de lado y decidiste que esa noche te alcanzaba un abrazo para dormirte sin pedirme nada a cambio...
1 comentario:
Qué bello este post... esa ternura llena de angustia tan maternal y dulce... no sabes cuánto te entiendo, son tormentas que sólo quien ha vivido la bendición de ser mamá comprende. Un abrazo grande y mucha salud para Maia.
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